EMDR
julio 2, 2017

El Síndrome de Ulises

Inmigración y trastornos psicológicos

 

Sus principales víctimas son los inmigrantes ilegales o los desplazados internos, y sus síntomas son la soledad, el miedo, el estrés y el temor al fracaso. El trastorno se caracteriza por un estrés superior a las capacidades de adaptación.

Un poco de historia

La historia de la humanidad es la historia de las migraciones, siempre hubo flujos migratorios y así seguirá siendo. Entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se han producido migraciones transoceánicas de masas, migraciones internacionales, que a lo largo de los años han ido cambiando considerablemente.

Joaquín Arango, profesor de la Fundación Ortega y Gasset, en la Revista de Occidente hace un recorrido por la historia mundial con relación a este fenómeno y describe cómo se han realizado las migraciones en los últimos tiempos. Rescato aquí parte de su artículo.

Los cambios en las comunicaciones, el transporte y la información suprimen obstáculos y permiten la liberalización de los flujos e intercambios, los viajes transoceánicos por ejemplo se hacen accesibles para los ciudadanos del tercer mundo. Pero la libertad de circulación de las personas, y las inmigraciones que conducen al establecimiento indefinido, como las laborales,  se ven severamente restringidas.

Logan Fitzpatrick

 

Hay países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda o EE. UU que  tienen una larga historia de recepción de inmigrantes que ha generado una aceptación y vivencia más natural del fenómeno. Sin embargo en algunas zonas de Europa la inmigración despierta desconfianza, un temor a la pérdida de identidad, de homogeneidad o cohesión social. Existe una dificultad para incorporar a los inmigrantes y minorías étnicas a las sociedades receptoras, y hay obstáculos que se oponen a la integración como son la segregación, discriminación, exclusión social y xenofobia. Se vive la inmigración como un problema, la capacidad de acogida y la oferta laboral son limitadas, por lo que se restringen y  controlan las entradas y permanencias de flujos.

Pero los movimientos migratorios no se detienen, lo que ha dado lugar a la migración clandestina y al tráfico de personas. Se extiende la proporción de inmigrantes en situación irregular. Los gobiernos priorizan las políticas de control y lucha contra la inmigración ilegal.

La situación en España

En los primeros años del SXX en nuestro país se vivió un inusitado aumento de la población inmigrante, en una sociedad que a lo largo de la historia siempre ha sido emigrante. Esto dificulta la aceptación de este gran número de desplazados que sin saberlo generan cambios en el paisaje y las costumbres de los habitantes del lugar, se dice que la inmigración provoca un choque cultural en el país de acogida. Pero si este fenómeno es difícil de incorporar para la sociedad receptora, el estrés al que están sometidos los inmigrantes no es menos traumático.

 

 

Según el INE los datos provisionales en 2016 señalan que la población residente extranjera es de 4.418.898, la población española 42.019.525 y el total 46.438.422 habitantes ( «Cifras de Población a 1 de enero de 201 6 Estadística de Migraciones 2015 Adquisiciones de Nacionalidad Española de Residentes 2015 Datos Provisionales». INE. Consultado el 21 de octubre de 2016).

 

 

Desde hace algunos años la psiquiatría estudia los trastornos relacionados con la migración y el cambio de ambiente. El  psiquiatra y profesor de la Universidad de Barcelona, Joseba Achotegui, fundador  del SAPPIR: Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados del Hospital San Pedro Claver de Barcelona, dice que existe un síndrome típico de las personas que emigran en la actualidad y al que ha denominado Síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple o Síndrome de Ulises.

Ustedes se preguntarán ¿tan grave es el estrés?, y la realidad es que no es grave pero a veces se lo designa sin darle la importancia que tiene, el estrés no es una enfermedad, pero si un conjunto de síntomas que surgen como consecuencia de unas exigencias y demandas  desconocidas y a las que debemos responder. Es como una reacción de nuestro organismo a un medio ambiente sobrecargado de estímulos que le exigen una constante adaptación.

Actualmente las personas que  emigran deben adaptarse rápidamente a los múltiples cambios que se producen en la familia y los amigos, el idioma, la cultura, la situación social, el contacto con otros grupos y el riesgo físico que a veces implica, al mismo tiempo que deben buscar la manera de sobrevivir. Por otra parte la emigración supone la vivencia de un duelo por lo que se deja atrás, se entiende por duelo un “complejo proceso de reorganización personal que tiene lugar cuando se pierde algo que es significativo para la persona”. Estos importantes cambios son los que generan un estrés superior a las capacidades de adaptación y que favorecen la aparición de diversos síntomas.

El síndrome de Ulises hace referencia al protagonista de La Odisea de Homero, que narra el viaje de regreso de Ulises, también llamado Odiseo a Ítaca, en el cual el héroe sufre diversos peligros y adversidades y describe el sentimiento de tristeza que lo consume por estar lejos de su país y seres amados. Si bien los inmigrantes ilegales o quienes corren el peligro de llegar a serlo son las principales víctimas del síndrome, también los desplazados internos de un país presentan síntomas similares debido al gran cambio que ha operado en sus vidas, como es el caso de países en guerra o donde se han sufrido de catástrofes naturales.

Achotegui sostiene que las migraciones que se viven en la actualidad son diferentes de las anteriores, y se diferencian principalmente en las restrictivas políticas migratorias  que lleva a los inmigrantes a vivir situaciones de estrés y que hace que el problema sea nuevo. “Antes los inmigrantes tenían más posibilidades de regularizarse y de progresar, no eran perseguidos –dice–. Pero el cierre de fronteras los ha llevado a vivir situaciones límite, estas personas tienen ahora unas trabas enormes”. Y agrega que para quienes han hecho tanto esfuerzo, no salir adelante es extremadamente penoso, y el fracaso en soledad es aun mayor.  “Llevo desde los años 80 trabajando en inmigración y hasta hace cinco años este síndrome no se observaba –asegura Achotegui (2005)–. Las condiciones de vida se han hecho más duras para los inmigrantes en los últimos tiempos. Me di cuenta de que todos tenían unos síntomas concretos”.

 

Características del Síndrome
Existen cuatro focos de tensión vinculantes:

  • La soledad que padecen los que llegan a otro país, que no conocen a nadie y que no pueden traer a la familia porque primero tienen que buscar estabilidad económica.
  • Afecta sobre todo a las mujeres que deben dejar a sus hijos.
  • El sentimiento de fracaso, porque no consiguen trabajo o no pueden mejorar sus condiciones laborales y sienten que tanto esfuerzo se hace inútil.
  • La preocupación constante acerca de la alimentación, vivienda y trabajo, experimentan situaciones muy duras en la lucha por la supervivencia.
  • El miedo al que han sido sometidos aquellos que han llegado en pateras, o que son víctimas de mafias o simplemente el temor a ser deportados por la situación irregular en la que se encuentran.
 

Síntomas frecuentes:

Tristeza, llanto, irritabilidad, culpa, insomnio, temor al fracaso, ansiedad y tensión causados por la cantidad de decisiones que el inmigrante debe tomar en tiempo breve, culminan a menudo en síntomas físicos o somatización del problema. Aparecen entonces, dolores de cabeza, fatiga, molestias en músculos y huesos... son todas respuestas al estrés.

La tristeza y el llanto que sienten los inmigrantes deben diferenciarse de un cuadro depresivo típico, porque estas personas no sienten apatía sino que tienen ganas de luchar y salir adelante. Dichos sentimientos están más bien relacionados con el dolor de las pérdidas y el sentimiento de soledad. “En general, el inmigrante posee una gran capacidad de lucha que le hace querer ir hacia delante incluso en contextos muy adversos –explica Achotegui–. Podemos decir que estas personas están caídas, pero no vencidas”.

Otros síntomas característicos son la ansiedad y la tensión generados por las preocupaciones de encontrar estabilidad laboral, vivienda, residencia legal, etc. que además los llevan a obsesionarse y en muchos casos les provoca trastornos del sueño por el hecho de pensar permanentemente en ello. La culpa se asocia al hecho de dejar hijos pequeños en el país de origen, o padres ancianos y enfermos.

El especialista sostiene que es necesario conocer la cultura de origen del inmigrante, sus valores y su concepción de salud a la hora de realizar un tratamiento adecuado. Propone también, para afrontar la problemática, un tratamiento médico interdisciplinar, donde la entrevista terapéutica, la relación médico-paciente y el abordaje de las diferencias culturales y lingüísticas se realice con técnicas específicas.

 

Recomendaciones

A las personas que se sientan identificadas con el Síndrome les recomiendo que busquen ayuda de un profesional, médico, psicólogo, que acudan a los servicios sociales de su pueblo o ciudad, oenegés o asociaciones de inmigrantes que ya trabajan con esta problemática y pueden ayudarlos.

El aislamiento y la soledad no son aconsejables para superar este trastorno, es importante poder compartir lo que se siente, y ser consciente de que no se está solo con esta problemática, que afecta a muchas personas más y que hay profesionales capacitados para ayudarles.

 

Laura López Galarza
Psicología Sanitaria

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