El autocuidado abarca varios aspectos de la persona, se trata de un cuidado integral del self (sí mismo). González, Mosquera, Knipe y Leeds (2012) diferencian tres aspectos fundamentales del autocuidado: “1) una actitud o estado mental de querer y valorar al self (postura que lleva al individuo a que cuide bien de sí mismo); 2) no pelear con uno mismo; y 3) desarrol,lar acciones específicas que aporten beneficios, crecimiento o valor al individuo”.
Entonces, al hablar de autocuidado, se hace referencia a llevar un patrón de conductas que incluye los siguientes elementos:
Esto significa ser amigo de uno mismo, tratarse con afecto, compasión y empatía. Del mismo modo en que se trataría a un amigo o a alguien por quien se siente cariño y se desea ayudar, así debería ser el trato con uno mismo. Mirarnos con buenos ojos de manera incondicional.
Autocuidado físico
Una buena relación con uno mismo implica realizar acciones para cuidar la salud física, como ir al médico cuando sea necesario, dormir y descansar suficientes horas, llevar una alimentación sana y equilibrada, realizar ejercicio físico regularmente y mantener unas pautas de higiene personal y del entorno.
No hacerse daño
Este aspecto implica observar la calidad de las relaciones emocionales que se mantienen; si es con individuos que no son positivos para la persona; si se aguantan relaciones dañinas o, simplemente, insatisfactorias durante mucho tiempo; o si se llevan a cabo conductas perjudiciales, como ponerse en situaciones de peligro, consumir drogas o alcohol, infligirse daño físico (autolesiones), maltratarse cuando se comete un error o se está anímicamente mal.
Reconocer las propias equivocaciones, que no se es perfecto, sin auto castigarse por ello, con una actitud compasiva hacia uno mismo es un aspecto elemental para tener una buena relación con uno mismo, pero también es importante ser realista, sin exagerar o agrandar las propias virtudes y reparar en las necesidades de los demás como válidas y significantes.
Se trata de sintonizar con las propias emociones, reconocerlas y validarlas para así saber qué necesitamos. La comprensión de las propias necesidades tiene que ir acompañada de un respeto de las mismas, es decir, reparar en ellas para poder satisfacerlas.
No hay autocuidado si no hay satisfacción de lo que se necesita.
Mantener vínculos sanos
Como decía en un ítem anterior, es fundamental mantener relaciones emocionales satisfactorias, en las que haya empatía, interés y respeto mutuos, en las que sea posible ser uno mismo sin tener que adaptarse a los demás y ser valorado por quién y cómo se es.
Recibir un trato afectuoso y respetuoso, genera que la propia autoestima se vea reforzada y hace que quién lo recibe se sienta merecedor de dicho trato.
Llevar a cabo actividades positivas
Para las personas que están muy orientadas al deber o al hacer siempre algo productivo, se trataría de que pudieran dedicar tiempo al ocio o a hacer actividades que les resulten placenteras.
Para las personas que suelen dedicar todo su tiempo a estar activas, tienen agendas llenas, incluso con actividades placenteras, se trataría de que dedicaran tiempo al descanso, a no hacer nada, ya que esta relajación también es necesaria.
Por eso es tan importante conocer los propios límites, para no auto-exigirse tanto, saber parar o hacer actividades que ayuden a recargar las pilas sin tener la sensación de que se está perdiendo el tiempo.
Tener la capacidad de pedir y aceptar ayuda
En muchos momentos de la vida, se necesita de otras personas, pero hay quienes viven este hecho como una señal de debilidad. Se trataría de aprender a pedir y aceptar ayuda cuando sea necesario, para poder relajarse y permitirse ser ayudado, sin que ello implique una sensación de vulnerabilidad.
Mantener límites apropiados
Algunas personas ejercen un exagerado rol de cuidador, anteponen el bienestar de los otros frente al suyo propio, a través del cuidado de los demás minimizan o niegan sus propias necesidades.
También, puede tratarse de personas que necesitan complacer a otros para ser aceptadas y evitar que les hagan daño.
En ambos casos es necesario tomar conciencia de estos comportamientos para poder reconocer las propias necesidades y no extralimitarse en cuidados y atención a los demás. Se trata de volver la mirada, puesta en otro/s, hacia uno mismo.
Del mismo modo, las personas que tienen la tendencia a cargar con mucho (trabajo, familia, economía, etc.) o a aguantar demasiado, tienen que tomar conciencia de este patrón de funcionamiento y realizar cambios que les permitan reconocer las propias necesidades y los propios límites para saber parar a tiempo, soltar cargas, alejarse de personas y relaciones dañinas y, en definitiva, autocuidarse.
Laura López Galarza
Psicóloga colegiada 17148
Bibliografía
González, A. Mosquera, D. “EMDR y Disociación. El abordaje progresivo”. Ediciones Pléyades, Madrid 2012.
[1] En adelante se usará el masculino genérico para facilitar la lectura.